El Rosalind fue diseñado y armado en 1904 por Harry Thomas Stow & Sons en Shoreham, de Charles Hellyer de Yorkshire.
Este astillero, que armó otros yates importantes como el RONA, construyó y diseñó el Rosalind como una yola con arpón, con las mejores tecas de Birmania fijadas en marcos de roble robusto – el Rosalind representa el mejor tipo de yate de crucero de la época, armado con materiales de primera clase y la mejor mano de obra.
El Rosalind se vendió en 1908 a John E Humphrey, quien después de 4 años lo vendió a Oswald Cecil Maguiac de Londres, miembro del Royal Yacht Squadron, quien fue su patrón y disfrutó de la embarcación durante 22 años, antes de ser vendida primero a Aubrey Fletcher y, más tarde, en 1936, a J. B Darlymple. Éste tuvo amarrado al ROSALIND discretamente en Escocia durante la Segunda Guerra Mundial, siempre a flote, para mantener al almirantazgo lejos de su preciosa quilla de plomo.
En 1948, su último patrón inglés, el teniente coronel CC Morrison compró el yate y navegó con este alrededor de España. Al pasar a ser propiedad española, la embarcación se rebautizó como Rosalinda, después de que el general Franco ordenara adaptar todos los nombres extranjeros al español, y el yate fue sometido a una considerable modernización – se dotó con un aparejo ketch, y se le quitaron el bauprés y la viga que sobresale en la popa.
Cuando Javier Ayala fue nombrado capitán en 1990, el Rosalinda apenas era reconocible con respecto al aspecto que había tenido en 1971. Ayala, un marinero excapitán de la Marina Mercante española que había estado trabajando para el Museo Náutico de Barcelona, en 1994 consiguió convencer a los patronos del Rosalinda para que devolvieran al barco su aspecto y estilo originales.
En 1996 las instalaciones de control marítimo del Monty Nautic de Barcelona fueron elegidas para llevar a cabo lo que terminó en una restauración total de la embarcación. Por suerte, el casco de teca, casi todos los marcos, la popa, la quilla y la sobrequilla todavía estaban en buenas condiciones después de casi 100 años. Con la embarcación abierta, se pudieron reemplazar todos los sistemas (eléctricos y de tuberías) y se pudo diseñar un auténtico interior nuevo, utilizando caoba cubana de gran calidad, ya que no se pudo mantener casi nada del material original. La hélice desplazada y el motor de debajo del mástil principal no resultaban apropiados, por lo que se tuvo que instalar un nuevo timón para poder acomodar una hélice central y conseguir así lo más importante, recuperar la estructura original con un aparejo típico para yolas con arpón. Un experto reconocido en aparejos tradicionales, Harry Spencer, de Cowes, instaló cientos de piezas de fundición de bronce en la cubierta, y se fabricaron mástiles. Así, bajo su aparejo restaurado, ahora la embarcación navega como lo hacía en el pasado, totalmente equilibrada y capaz de ser manejada por una tripulación de 4 personas.
CONSTRUCCIÓN
Teca de Birmania en marcos de roble, fijaciones de cobre y bronce, suelos de hierro.